12 de mayo de 2010

La cotideanidad terminará asqueandome.

Necesito d e s v a n e c e r m e, por unos minutos, segundos, horas, días, meses, años y regresar limpia, dispuesta a ensuciarme de nuevo. Nada quitará el horroroso malestar de estas idiotas mariposas destrozandome las entrañas, jugando a darme esperanzas, diciéndome que dentro de todo sí se puede, pero analizando soy yo, siempre seré yo, y para acabar con todo esto no necesito ni solución, ni consuelo, ni amistad, ni amor, ni esperanza, sólo necesito desaferrarme de mí misma y comenzar a aceptar que las cosas son así, sin magia, ni fantasía; que la cordura se aferra cada vez más a mí mientras que la preciada locura se va corriendo dejándome en una sucia desventaja, que los cigarrillos sólo destrozan, no matan mi ansiedad. Me encuentro en el fondo de lo único atada con un hilo elástico e irrompible a la conciencia propia, a esa que me invita a ver que en realidad, no puedo ser más que esto y que en un final desesperado que pueda darle, no lograré nada más que hastio y eternidad... ¿Quién dijo que era fácil acostumbrarse al rechazo? Un loco. Juego a dejarme sola, juego a odiarme y desprestigarme, juego a morirme de a poquito para darme cuenta, que nunca había estado jugando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario